Extraña calma
Lobos sedientos de amor,
ciegos buscando un Dios,
alguien que les muestre la voz,
y que les dé calor.
Pliegos de piel animal,
que mastican tu alma y van
apagando el fuego azul de tu eternidad
y aunque no los ves, ahi estan.
Yo vi su amor, yo vi el dolor,
y senti una extraña calma,
besé la cruz,
seguí a mi luz,
y hoy estoy en armas.