Narración de Amancio Prada
Y más trenes. Neruda. Pensión madrileña y trabajo en las Misiones pedagógicas. Con Cossío en la Enciclopedia de los Toros. Cartas de amor para ella. Te echo de menos. Febrero del 35, marzo y abril. Cartas y más cartas. Mayo helado. Dios se ha ido de Miguel. Miguel se ha ido de Sijé y de las Iglesias. Josefina se aleja como un barco lento en la memoria. Amigos y vida nueva. Alberto, Benjamín Palencia, Maruja Mallo... Ella. La admirada y libre Maruja Mallo, liebre entre las calles, diosa de la pintura, reina de las noches. Observa a Miguel. Y Maruja Mallo se lo lleva a los campos, a los trigos, a los días de junio con agua y con azules, San Fernando del Jarama y el amor. Ya no hay novia pueblerina sino cuerpo tendido bajo él.
Sin embargo, ella le deja en los momentos de mayor confianza. Hombre sin nadie que llora su desgracia como criatura herida por el rayo.
Madrid de soledad. Amigos fríos. Consuelo de tardes en Velintonia, en casa de Vicente Aleixandre. Y la noticia terrible en nochebuena del 35. Sijé está muerto. Se ha muerto para siempre con la amistad rota entre los dos. Castigo de las nubes, de Dios o del infierno. El amigo está muerto y no hay perdón ni llanto que le acoja.
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.)