Narración de Fernando González Lucini
Guerras y guerras. Por los montes, las alcobas, las calles de España, guerras. Sin niño todo es herida. Sin vida, todo es tristeza. Aunque otro niño vendrá a poner de azul la madrugada. Un niño que late en el vientre de la esposa. Única luz en la niebla. Única esperanza en lo oscuro.
Tres años de contienda y el hambre sobre ti, sobre ellos, sobre la esposa y el niño que no encuentra leche ni sustento. Le amamantan con cebolla, con zumo de cebolla y con besos de tu sangre, Miguel. Y el poeta le escribe con la guerra ya perdida, en la oquedad de una cárcel, palabras de consuelo: Estos días me los he pasado cavilando sobre tu situación, cada día más difícil, Josefina. El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí, y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche. Para que lo consueles, te mando esas coplillas que le he hecho...