Nuevas Oraciones Nº2
Entre tantos días agrios siempre hay uno más amargo
para rebosar tu copa.
Empieza por saberte la boca a sabe Dios qué rayos;
y el periódico, alimentando afanes, odios y mentiras,
te hace daño en los ojos, en la sien; y la poca esperanza que quedaba;
se desploma por tropezar con el anuncio de una guerra,
o la sociedad más reciente y vergonzosa
que explotará corazones de plástico.
Y ya estás tomando el desayuno mientras alguna joven
sacude las alfombras ahollando con su pecho la ventana.
Es la hora justa para que el fiel oficinista
sin rendición posible, ¿tal vez una quiniela?
tímidamente le sonría al jefe.
También para algún insatisfecho, algún señor hambriento
que quiera aprovechar bien su miseria
alimentando el odio de Purita que es estrecha, muy rubia y pedigüeña.
Allá enfrente, la madre superiora en la puerta del colegio
recibe niños y hace el juego al vehemente cartel "educación especial"
para llenarle el ojo al padre, para sangrar su bolsillo
para salvar su honor en sociedad.
Pepín, que perdió la vertical en el vientre de la madre
hasta conseguir ser polígono irregular,
pasea la calle,
arriba, abajo, voceando; vende lotería.
A lo mejor también te cruzas una niña
de dos años y te crees que has puesto un pie en el paraíso.
No, no suele durar mucho, como mucho, hasta cruzar alguna niña
de setenta y tantos años que acaba de dormir sobre algún banco,
y se despierta y mientras reza, indiferente su calva peinando.
Entonces deberías volver y apoltronarte entre las sábanas
tapar todos los huecos, intentar dormirte; quizá lo consigas
y puedas descubrir si hay un azul, un gris, un más allá,
y contemplar condescendiente como el hombre,
como la técnica y el hombre descoyuntan lentamente al mundo.