No puedo vivir atado
Daniel Rabinovich: Buenas noches queridas amigas... y amigos. Cuando uno es un cantante popular, de fama internacional, como yo... un ídolo fulgurante, vamos... quizás lo mas difícil es conservar la modestia. Y es inevitable que los diarios y las revistas se hagan eco de mis romances, de mil locas aventuras... eso provoca muchas envidias. Los que no me conocen andan diciendo por allí que soy un tonto, un imbécil, jajaja, imagínense los que sí me conocen. Yo soy un seductor, un pícaro, un vagabundo; y por eso no echo raíces en ningún lado, como ya lo digo en aquella hermosísima canción... que me pertenece:
Jamás ninguna mujer
podrá retenerme a su lado
¿qué le voy a hacer?
no puedo vivir atado,
no puedo vivir atado.
Daniel Rabinovich: No puedo vivir atado, queridas mías. Por las mañanas, cuando me miro al espejo... dos o tres horas... me pregunto: ¿qué tendré yo para despertar tanta admiración?; Yo sé que sólo tengo un poco de simpatía natural, una voz privilegiada, una personalidad arrolladora, buena percha... Al fin y al cabo soy un ser humano como cualquiera, de carne y hueso... ¡pero qué carne!, ¡qué huesos!, ¡que neuronas!... De verdad, me pregunto a diario qué tendré yo para despertar esa locura en las mujeres, y en algunos hombres...en, en las mujeres... La culpa de todo la tiene este pícaro y travieso corazón mío, como ya lo digo en aquella hermosísima canción, que le dedico a mi corazón... que me pertenece:
Su ardiente y pícaro alarde,
mi corazón no se explica:
ardiente porque me arde,
pícaro... porque me pica.
Daniel Rabinovich: Muchísimas gracias. Como decía antes soy un vagabundo, un pícaro, muy pícaro, como lo digo ya en esa hermosísima canción:
Daniel Rabinovich: Soy un pícaro
Coro: Oy oy oy
Daniel Rabinovich: qué picaro que soy.
Siempre he sido un pícaro
Coro: Uy uy uy
Daniel Rabinovich: qué picaro que fui.
Daniel Rabinovich: Es sensacional. Estuve varios meses pensando la letra de esta canción... y un par de años hasta que la escríbí... sin faltas de ortografía... Es una letra realmente muy sabrosa, he recibido varios discos de... de vuelta de la disquería. Pero así como tengo un solo corazón y una sola neurona, ellos pertenecen solamente a una mujer, y en esta noche tan especial, para todas ustedes, que tienen la inmensa dicha de estar aquí... conmigo; a esa mujer quiero dedicarle esta hermosísima canción que casualmente, también me pertenece:
Daniel Rabinovich: La quiero, la quiero...
Coro: Sí, es verdad
Daniel Rabinovich: Estoy enamorado...
Coro: Sí, es verdad
Daniel Rabinovich: Ella es mi pasión, mi vida, mi luz, mi sueño dorado
Coro: Sí, es verdad
Daniel Rabinovich: La quiero, la quiero...
Coro: Sí, es verdad
Daniel Rabinovich: Me tiene atrapado...
Coro: Sí, es verdad
Daniel Rabinovich: Ella ha sido fiel, enteramente fiel, y nunca me ha engañado...
Coro: (silbidos)
Daniel Rabinovich: ¿Qué pasa?... ¿qué pasa, por qué no cantan?... la quiero, la quiero, sí, sí, es verdad... Si estuvimos ensayando toda la tarde... ¿qué pasa, por qué no cantan?... ¿pero, qué pasa?
Carlos López Puccio: Pasó aquello con Roberto
Daniel Rabinovich: Con Roberto eran solo buenos amigos
Carlos Núñez Cortés: Sí, pero tuvieron un hijo...
Daniel Rabinovich: Debe haber sido un accidente, a cualquiera se le puede escapar un hijo, puede tener un accidente.
Jorge Maronna: ¿Y lo que pasó con Felipe?
Daniel Rabinovich: Con Felipe tenían una relación profesional.
Carlos López Puccio: Sí, profesional, Felipe le pagaba
Daniel Rabinovich: La quiero, la quiero...
Coro: Sí, es verdad
Daniel Rabinovich: Pues ella es deliciosa...
Coro: Sí, es verdad
Daniel Rabinovich: Fue siempre conmigo, tierna y delicada, dulce y cariñosa...
Coro: ¡Ja, ja, ja, ja!
Daniel Rabinovich: Ah, ustedes deben estar pensando de aquella vez en que se enojó conmigo y me dijo tonto...
Carlos López Puccio: No, pensábamos en lo del arsénico en la sopa.
Carlos Núñez Cortés: Y aquella vez en que intentó atropellarlo con el auto
Daniel Rabinovich: Estaba aprendiendo a manejar.
Jorge Maronna: Sí, por eso no pudo atropellarlo
Carlos Núñez Cortés: ...y se acuerdan de aquella vez que se fue y lo dejó atado a la pata de la cama?
Coro: ¡Ja, ja, ja, ja!
Daniel Rabinovich: Bueno ¡basta!, que por eso la tuve que dejar; como ya lo dije en aquella hermosísima canción... que me pertenece:
Qué le voy a hacer,
no puedo, vivir atado.