La Ciudad de los Elefantes

Una llama se acercó y bajó directo para hablarme,
dijo: ""estoy siempre con vos, no dejes de alimentarme,
ni el viento ni la nieve, ardo aún cuando diluvia,
el agua sólo será turbia cuando empieces a olvidarme"".
Cerré los ojos y tiré más leña al fuego,
le dije ""mis disculpas, no pienso irme de nuevo.
Me reinvento entre las hojas, soy el mismo aunque mi rostro luzca nuevo,
esa es mi paradoja; como el barco de Teseo.
Y me desangro entre los textos que me dicta Morfeo,
y me desarmo entre las letras como arcos del Coliseo,
doy amor a quienes crean en las obras que yo creo,
no sé hablar de lo que pasa, yo sé hablar de lo que veo.
Es la diferencia, me formaste subjetivo,
y aún así confío en mí, más aún si estás conmigo,
descubrí que las palabras no son símbolos que escribo,
son aquello que conforma todo el mundo que percibo.
Y la enseñanza que persigo: soy anciano, soy un niño;
soy un indio iluminado por el beso del Dios ígneo,
dame la sabiduría que ansío pa mi designio,
y el coraje de saltar sin miedo en este vacío.
Dormiré tranquilo cuando el ciclo esté cumplido,
me voy desnudo, tal y como he venido,
volveré con la luz y seré lumbre para el frío,
dispuesto a devolver lo que nunca ha sido mío.