Balada Para Un Trovador
Los zapatos agujereados,
la ropa llena de polvo,
y en la boca temblorosa
siempre lleva un canto muy dulce.
El país por el que camina
no es otro que su país.
Y el vino con el que moja su garganta
no es otro que su vino.
No era extraño en ningún rincón.
Ya era viejo el trovador.
Cantó para princesas
en grandes palacios deslumbrantes.
Ha saltado muros, ha abierto puertas
cerradas con doble llave,
cuando tenía la voz clara
como la piel de sus amores,
cuando, por la noche, le cubrían
sábanas blancas bordadas con flores.
Las flores ya han perdido su olor.
Ya era viejo el trovador.
Hoy ha cambiado de alcobas.
Ahora que ha perdido las llaves,
una choza de adobes
le parece todo un palacio
donde su canción se eleva
por un plato y un vaso de vino.
Pastoras y taberneras
son sus flores de noche.
Todo se deshoja en otoño.
Ya era viejo el trovador.
Y mañana, cuando salga el sol
ha de seguir su camino.
Llegará a otro pueblo
y se irá de allí
con los zapatos agujereados,
la ropa llena de polvo,
y en la boca temblorosa
se llevará su canto tan dulce.